Porque cada vida es una historia...

El ritual era siempre el mismo. Sentarse en una cafetería, bar o restaurante durante unas horas, para luego entablar conversación con el último cliente. Tras una pequeña charla, lanzarle directamente la pregunta: “No tengo dónde dormir; ¿Me invitaría a pasar la noche en su casa?»

 

A lo largo de cinco años, entre los años 2012 y 2017, Sélim Ben Hassen viajó por distintas ciudades y pueblos de Túnez, tanto por zonas rurales, como por barrios marginales o zonas acomodadas, para encontrarse con desconocidos, que en el transcurso de una tarde y a veces una noche entera, en sus casas o bajo un cielo estrellado, le confiaban sus historias y sus relatos vitales.


Detrás de cada rostro se vislumbraba un destino, una historia llena de vivencias, de momentos felices, duelos y resurrección, de humillaciones y venganzas, golpes de fortuna y desilusión, pero siempre con la esperanza de un mañana mejor. Escuchar sus historias contribuye a darnos cuenta de que cada uno de nosotros somos seres únicos a nuestra manera, pero también a comprender lo que compartimos con la humanidad, sea cual sea nuestro color, género o nuestra condición: los sentimientos de amor y de amistad, los actos de generosidad y devoción, pero al mismo tiempo también los de resentimiento, ira e intolerancia, que son igualmente intrínsecos a la naturaleza humana.


De esta experiencia, pude sacar la convicción de que todos, mujeres y hombres, al margen de su procedencia o estrato social, nos parecemos más de lo que creemos. Y que lo primero que hay que ver en el otro, es al ser humano, con su complejidad y sus contradicciones. Porque en realidad, este otro, somos nosotros.